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FACULTAD DE DERECHO · UNIVERSIDAD PANAMERICANA · CAMPUS GUADALAJARA

Construcción de la ciencia jurídica y sus doctrinas Reflexiones sobre la investigación jurídica

JORGE ALBERTO SILVA1

 

SUMARIO: I. Un acercamiento al concepto de investigación. II. La figura del investigador. III. La libertad de pensar como condición para investigar. IV. Un poco más sobre ser investigador y su libertad. V. La soledad como el principal acompañante del investigador. VI. El objeto de investigación. VII. Experiencia o conocimiento previo para comenzar a investigar. VIII. Conocimiento interdisciplinario. IX. El plano cultural que rodea la investigación. X. Conocimiento de marcos teóricos e instrumentos para comenzar. XI. Herramientas locales o extranjeras. XII. Título para ser investigador.

 

Resumen. El autor presenta a un grupo de alumnos una serie de juicios y consejos sobre la investigación jurídica. Alude al investigador, su libertad para investigar, la soledad que lo cubre, sus experiencias, plano cultural en que se desarrolla, así como las herramientas que se necesitan, y el grado académico requerido.

 

Palabras clave: libertad para investigar, investigador, soledad, plano cultural.

 

Abstract. The author presents to a group of students some judgments and advice about legal research. He refers to research, freedom to investigate, his loneliness, his experiences, the cultural background where he engages, as well as the tools needed, and professional degree required.

 

Keywords: freedom to research, researcher, loneliness, cultural background.

 

Este artículo ha sido preparado quitando el enfoque academicista, para que no sea complicado, sino simple y sobrio. Es un tema que siempre me ha agradado tratar con estudiantes, es por ello que se expondrá un poquito de muchas cosas relacionadas con la investigación jurídica; en general, me detendré en algunas reflexiones, adelantando que no se tratará sobre procedimientos para realizar investigación.

Investigar no es algo que se aprenda en una plática, en un artículo, ni en una clase, aunque sea de cien o mil horas, ni tampoco basta leer muchos libros sobre investigación. Aunque hay que tener un cierto conocimiento de lo leído, hay una variable que intercede en esta tarea, que es la experiencia, la cual proporciona destrezas, habilidades, pericia, entre otras cosas.2

El presente artículo tratará, en general, de cosas como las siguientes: lo que es una investigación, quién es un investigador, la libertad como una condición para investigar, así como del ser casi imperceptible del investigador, abordaré algo sobre el objeto de la investigación y niveles como se puede hablar del derecho (solo una alusión), las experiencias para comenzar a investigar, incluido un cierto conocimiento interdisciplinario; el plano cultural que rodea a la investigación, resaltaré algo sobre los marcos teóricos, las disciplinas necesarias que deben tomarse en cuenta, procuraré destacar la importancia de las herramientas locales, y el título universitario requerido para investigar.

En fin, un poco de introspecciones que no serán precisamente sobre medios o consejos para investigar, sino de reflexiones, un tanto filosóficas.

Destacaré la libertad para investigar y el aislamiento en que vive un investigador. Esperando que les guste y ayude en las metas que se propongan.

I ] Un acercamiento al concepto de investigación

¿Qué quiero decir por investigar? Aunque no me detendré mucho en una definición acerca de la investigación, la nota principal que la caracteriza se corresponde con una actividad realizada para obtener un resultado, específicamente, un conocimiento nuevo. Me explicaré: no se trata de cualquier actividad, sino de una actividad que aspira a lo científico, requiriendo de los instrumentos adecuados para ello.

Tampoco consiste reproducir lo leído, tomando un poco de aquí y de allá, de diversos textos, más bien, procura un conocimiento nuevo, no la reproducción de otro existente. Es a partir del objeto de conocimiento que se crean teorías y un nuevo discurso, al menos, se reformula el derecho.

Es una actividad compleja. No se me confundan con la mal llamada investigación documental, que en algunas instituciones educativas es impartida como una clase. Ésta, se reduce a un llenado de cartoncitos, tarjetas o fichas. Eso no es investigación. Con llenar tarjetas no se investiga. La investigación no se reduce a la tarea de fichar, aunque estas fichas las alojen en un disco duro.

El objeto de conocimiento que da lugar a la investigación, es decir, el mundo o datos sobre los que se investiga es caótico, ¡vamos!, un caos.3 La investigación, desde su inicio es una actividad que se encuentra enmarañada, es complicada, embarazosa, pero, sobre todo, problemática. De hecho, la investigación comienza a partir de un problema que carece de respuesta o que cuenta con una respuesta con la que no se está de acuerdo.

Por favor, no se me confundan: investigar no es leer libros de investigación documental, ni llenar tarjetas, ni parafrasear lo que otros dicen. Más bien, procura un nuevo conocimiento. Este es el acento principal que caracteriza a la investigación. Es una actividad compleja. Comienza a partir de lo desconocido, lo enmarañado, de algo difícil de decidir porque tal vez no se ha dicho nada. Comienza con un problema. No esperen que la respuesta ya esté escrita.

II ] La figura del investigador

Hay todavía quienes piensan que un investigador es un anciano, con barba, distraído, que conoce todo tipo de soluciones, un sabio tal vez de otro mundo. El cine nos lo pinta como aquel que tiene una hija guapa, que ha sido secuestrada y que hombres del mal la raptan para secuestrar al investigador y así poder conquistar el mundo, pues cuenta con un descubrimiento codiciado por los mafiosos. Estas farsas que estereotipan al investigador, lo hacen interesante y ponen los reflectores sobre el mismo, pues no necesariamente es un viejo, distraído y con una hija o que otros poderosos tratan de llevárselo para conquistar el mundo.

El investigador no es un ser que repite el conocimiento de otros o que hace una ensalada de todo conocimiento ya producido y da a conocer un resultado de lo ya existente, aunque sea con otro color. Tampoco es un ser que resuelva todo tipo de problemas, incluso, imaginarios, productos de especulación. Trabaja con problemas reales. Parte de una realidad social y jurídica. La metafísica, la astrología, la numerología, el tarot o la quiromancia, no le preocupan.

Un investigador es un ser igual que cualquiera de ustedes, es un ser normal, que no necesariamente posee un cociente intelectual altísimo, ni tampoco es un sabio que conoce y domina todo tipo de conocimientos.

Un investigador es una persona tan normal que lo único que puede diferenciarlo de otras muchas personas es que enjuicia lo que le dicen a partir de ciertas reglas y que posee una práctica en la investigación. Es una persona que procura producir un conocimiento especial, que puede emplearse para resolver un específico tipo de problemas.

A diferencia de un político, un investigador, es el primero en reconocer sus errores y el primero en tratar de corregirlos. Normalmente acepta su equivocación.

El investigador llega hasta el momento en que da a conocer los resultados de su investigación. Difícilmente se queda a mitad del camino, y difícilmente llega a poner en ejecución los resultados de su conclusión. No necesariamente se empecina en transformar, en términos de hecho, a la sociedad. Expone el fenómeno investigado, las razones que ha tomado y los resultados. Explica el fenómeno que analiza, y si acaso observa errores en los seres humanos, el gobierno o la sociedad. No es el individuo que toma las armas para cambiar al grupo social, ni el que anda con pintas sobre edificios y se enfrenta a la policía. En el mejor de los casos, prefiere convencer que imponer.

No es necesario que ese investigador sea afamado, conocido y altamente respetado por los suyos. Si algo de esto ocurre, no es porque sea investigador, sino por otras razones, que, dicho sea de paso, no han sido propiciadas por el investigador. Normalmente no las busca. Einstein o Kelsen no hubieran sido tan conocidos, si no es por haber sido judíos durante el gobierno hitleriano. Los mejores investigadores son tranquilos, no gustan de alabanzas, ni ser parte de un espectáculo, como lo hacen cantantes y actrices. No buscan para sí ser famosos.

Un investigador es un sujeto que investiga. Permítanme exponer lo que al respecto dice el documento titulado Camino a un marco europeo sobre las carreras de investigación. Es un documento que fue elaborado por la Comisión Europea. Ahí, en el apartado denominado doctorado en general para la investigación e innovación (2011), se asienta: Los investigadores son profesionales que trabajan en la concepción o creación de nuevos conocimientos, productos, procesos, métodos y sistemas, así como en la gestión de los proyectos en cuestión.4 ¿Observaron con detención lo anterior? Buscan nuevos conocimientos, no repetir lo que otros han dicho.

Cabe añadir que la palabra investigador es un adjetivo que suele ser cargado con un sentido emotivo. El que investiga es el que anda detrás de alguna huella, de algún vestigio (por aquí está su origen etimológico). Hay muchos a quienes les gustaría que les dijeran investigador. Es casi un título honorífico, un mérito que levanta, enorgullece a quien le otorgan ese calificativo. Por desgracia, ese título de orgullo no se corresponde con el trato que una gran mayoría de personas le dispensa. Incluso en la universidad en que trabaja, en donde solo es un número, un burócrata que está por debajo de los directivos.

Hay otros que se aprovechan del trabajo del investigador, por ejemplo, los políticos o los comerciantes que disfrutan de los productos de ese investigador. Hay ejemplos de investigadores que han fallecido tan pobres o más pobres que como nacieron y, otros tantos, que han producido y han sido olvidados. Varias de las instituciones, hoy conocidas, son producto de investigadores, pero el mérito se le suele atribuir a un político o alguna otra persona.

Hay un dato que deseo enfatizar: no todos los juristas poseen las habilidades para investigar, sobre todo cuando carecen de paciencia, aunque digan que investigan.

Su vida es esa: seguir procedimientos para alcanzar una respuesta a un problema. Su vida es una práctica constante. Permítanme presentarles una metáfora: aquél que desea aprender a tocar el piano, pero que solo quiere aprender teniendo al frente un pizarrón nunca aprenderá. Es necesario que practique, que haga investigación. El pianista se hace pianista tocando las teclas, no sentado escuchando al músico que le platica sus emociones e interpretando alguna pieza, incluso, mostrándole sus notas musicales. Podemos sentirnos emocionados al escuchar esa pieza musical, pero eso no nos torna en músicos.

III ] La libertad de pensar como condición para investigar

Una nota que caracteriza al investigador es su libertad para pensar, que no esté supeditado al pensamiento de otros. ¡Vamos!, que no sea manipulado. Expreso lo anterior, porque en otras épocas debía de seguirse ciertas líneas de pensamiento (dogmas). Uno de los capítulos de la historia más conocidos se relaciona con los trabajos y presiones en contra de Galileo Galilei.5 Las proposiciones a partir de las cuales comenzar no deben estar sujetas a dogmas previos. Eso no es aceptado en un investigador que se precie de ser tal. La libertad de pensamiento es fundamental.

Para investigar se requiere que pensemos por nosotros mismos, que no sean otros los que piensen por nosotros. Debemos gozar de la libertad para pensar y para decir lo que se piensa.

Les recordaré que después de los griegos de la antigüedad, durante siglos y siglos el pensamiento estuvo subordinado a lo que la Iglesia nos decía. En especial, a partir del siglo III. Solo a partir de lo que nos decía podíamos pensar y razonar. Quien no lo hacía así, era seguro que fuese condenado al fuego a partir de la sentencia del inquisidor.

Únicamente hasta después de Descartes, el ser humano comenzó a pensar, pero, sobre todo, cuando fuimos libres de poder pensar. Hasta entonces se vinieron produciendo los grandes cambios en la humanidad. Poco o nada se produjo durante la Edad Media y prácticamente nada el México y la América colonial.

No partan ustedes de un conocimiento atávico. Si quieren ser investigadores olviden todo eso que dicen en la televisión, sobre todo los programas de telebasura, de entrevistas, de vedettes, cantantes, de noticieros que presentan las noticias que el gobierno les proporciona por medio del llamado boletín de prensa (solo son la voz del gobierno en turno). Notas que no respetan la dignidad de las personas. Mejor apaguen su televisor para que piensen y razonen. Dejen de ser conducidos por el pastor que guía al rebaño.

No hay que ser reproductores ni dejarse guiar. Hay que crear a partir de nuestra libertad. Tampoco sean pensadores letristas. Sean libres. Ni siquiera se les ocurra trabajar en un centro de investigación institucional en donde la investigación obedezca a un patrón (v.g., iglesias, partidos políticos, órganos de gobierno). En los centros de investigación reconocidos en el mundo no es confiable la investigación institucional. La persona de cada investigador es la que debe elegir su problema de investigación.

En el mejor sentido de la palabra, su pensamiento debe ser subversivo. Deben procurar subvertir, cambiar el estado de cosas que nos envenena y estimular aquel estado o situación que pastores y dominadores tratan de apagar.

No basta saber algo, sino también es necesario saberlo transmitir, comunicarlo. Por eso a veces se requiere que un investigador tenga algo de profesor (de profesor de a de veras), que no solo se ponga frente a un grupo a repetir lo que dice un libro viejo y desactualizado.

El investigador no se vincula con otras actividades (v.g., el ejercicio de la política, una profesión, el comercio). Por eso se dice que solo en el ocio se crea. Ocio entendido como en el que solo cabe pensar, dejando a un lado el trabajo manual y subordinado.

Basta recordar que los grandes pensadores han sido ociosos, que no quiere decir inactivos, apáticos u holgazanes. Solo este ocio les ha permitido trabajar, pensar y contribuir al pensamiento creador, es decir, a partir de su quietud y libertad de pensamiento. Seguramente por ello Sócrates decía: los ratos de ocio son lo mejor de nuestras adquisiciones.

IV ] Un poco más sobre ser investigador y su libertad

¿Qué es un investigador? Bueno, ya les mencioné algunas cosas, pero ahora partiré de la filosofía de Martín Heidegger (Ser y tiempo). Tomaré en cuenta algunas de sus reflexiones y transportarlas a la libertad de que debe gozar un investigador. Su enfoque sobre la existencia humana es sumamente interesante, aunque no todos los filósofos suelan compartirla.

Este filósofo afirmaba que la ontología tradicional olvidó al ser humano; la historia de la metafísica así lo confirma, según dice. La filosofía actual se preocupa por las cosas, no por el ser humano. Lo que hoy hacemos es que cosificamos la conciencia.6 Así lo decía.

Heidegger sostenía que la atención está en el dasein, una expresión que traducida significa ser-ahí o ser-así (el que guarda la verdad del ser),7 queriendo decir, que es requerida la presencia del ser en el mundo (denominación de José Gaos), el estar ahí. Hay que explicar al ser en el mundo, explicar su realidad, su relación con el mundo. En el fondo, su filosofía trata una antropología filosófica, más que de una ontología, combatiendo con esta manera de pensar a la metafísica de su momento.

La libertad de pensar es la columna vertebral del investigador que piensa. Para hablar de esta, Heidegger construyó un marco explicativo de lo que somos nosotros, los seres humanos. El ser o no ser (to be or not to be) de Shakespeare, Heidegger comenzaba pensando a partir del ser humano.

Decía este filósofo, que vivimos en un mundo de angustia, lo que nos perjudica. Al vivir en la angustia tendemos a negar todo lo que nos perjudica. Tenemos miedo a la muerte y le tenemos miedo porque el muerto ya no es (ya no existe más).8 No queremos aceptar lo que ya no es. No queremos aceptar dejar de ser. Luego entonces, la pregunta obligada es cómo enfrentar a la muerte, lo que no queremos. Y la respuesta es aceptando todo lo que nos rodea (lo que es). Como ser humano acepto todo lo que me den, de eso me nutro. Mi pensamiento está en lo que me den, lo que está a mí alrededor. A partir de ahí comienzo mi vida en el pensar.9 Lo que yo llamo un punto de partida.

Se entiende mejor lo que digo si ejemplifico. Acepto todo lo que diga el Presidente en turno, lo que diga Televisa o TV Azteca, las noticias de López Dóriga, el refresco que se anuncia, los programa que promueven el morbo, el enfrentamiento y descalificación, la falta de respeto, en general, que sustituyen la razón y el conocimiento por la ignorancia. Los seres humanos aceptan todo lo que se les diga (al menos, lo aceptan quienes no rompen las cadenas y se pasan al bando de los que poseen libertad de pensar), especialmente que se percatan que son conducidos por un pastor.

 

En el ámbito jurídico acepto todo lo que los otros juristas digan, lo que la Suprema Corte resuelva, lo que la Cámara de Diputados impone. Vivimos, (la gran mayoría de mexicanos) aplastados, nos satisfacemos con lo que nos digan y nos imponen. Que si Carmelita Salinas es diputada, pues que lo sea, eso hemos aceptado. ¿Hay alguien que se oponga? Aceptamos que se devalúe nuestra moneda y que el Secretario de Hacienda y Crédito Público venga con una explicación desequilibrada, alucinada de que nuestra economía camina en forma excelente, aunque la devaluación sea la mayor en la historia.

En consecuencia, bajo ese esquema de ideas y mensajes que nos oprime y que nos deja sin libertad, de abierta y subrepticia ignorancia, que nos da pan y circo, acepto todo lo que otros digan y nos impongan. Incluso, repito, renuevo, lo que me digan. Al investigar, repito, copio. No produzco nada nuevo. Como otras gentes, hago como que investigo.

Un investigador bajo este esquema, carece de libertad. Hace como que investiga, hace como que trabaja, hace como que estudia, cuando realmente, ni investiga, ni trabaja, ni estudia. Solo aparenta, engaña, disimula. En general, tiende a negar la ciencia y su conocimiento. ¡No produce nada!

V ] La soledad como el principal acompañante del investigador

Aunque el resultado de una investigación suele ser pública, es decir, se da a conocer, el trabajo de la investigación se realiza en el desierto, en el aislamiento, en el retiro. Y es que investigar requiere de recogimiento, aislamiento, casi hasta incomunicarse. La soledad caracteriza al investigador. Varias obras han sido escritas en el desierto, la cárcel o el destierro. El cubículo del investigador de alguna manera refleja el retraimiento, la reclusión, la intimidad. Decía Schopenhauer: la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.

No es una soledad como treta para escudarse en ella y pensar, sino una soledad que también significa, en muchas ocasiones, la falta de respaldo institucional. Por lo general, el investigador carece del auxilio de otras personas para configurar sus expresiones. Como decía García Márquez: Creo, en realidad, que en el trabajo literario uno siempre está solo. Como un náufrago en medio del mar. Sí, es el oficio más solitario del mundo. Nadie puede ayudarle a uno a escribir lo que está escribiendo.10

Quien desee ser investigador debe aceptar la soledad. Trabajar en soledad, solo, unido a los propios pensamientos e inteligencia no debe de asustarlo, al fin y al cabo, cualquier investigador jurídico pensante normalmente trabaja en soledad. Digo, solo, con su computadora, sus libros, sus procedimientos para resolver un problema, dentro de cuatro paredes, sin acompañamiento alguno. El propio ensimismamiento y concentración sobre un objeto de conocimiento resulta placentera a cualquier investigador; es como la musa que cobija e inspira a los grandes descubrimientos. Con gran frecuencia y con nuestros ojos cerrados queremos ver el color del cielo y la respuesta que buscamos. Nos acompaña nuestro conocimiento previo y nuestra experiencia. Ver así el mundo parece fácil, pero no lo es. El investigador debe aprender a sufrir sin que perciba el sufrimiento.

Es posible que acompañe su investigación con una investigación de campo en la que interactúe con otras personas, pero sin controlar las variables; después de haber realizado las entrevistas, encuestas, observaciones y mediciones de la realidad, tiene que pensar, sistematizar y analizar lo que recopilado. Y lo hace en la soledad.

Pensar tampoco es discutir con todo mundo. El acto de razonar y escribir es único, ni se repite ese acto, ni dos personas viven lo mismo. Tal vez, antes de pensar lo que vamos a escribir, podemos comunicarnos con otras gentes, aunque no en el momento en que estamos pensando, razonando y escribiendo. Este es el momento importante de todo filósofo, de todo investigador que razona, aunque ya antes, retrate en su conciencia el mundo del que va a hablar y sin tenerle miedo a los que lo van a oír.

Solo una entremetida curiosidad, una tenaz búsqueda de respuesta es lo que mueve a escribir a los que investigan. Podemos estar o no a favor de lo que dicen y piensan, pero no podemos negar su interés por conocer y dar a conocer.

Pensar, como lo hace un investigador, no es retratar lo que ve. Pensar con pensamiento reflexivo y filosófico es lo que mucha gente difícilmente entiende. No se piensa solo por pensar, se piensa para encontrar una respuesta. Las intuiciones y opiniones solas y aisladas no conducen a un resultado científico, es necesario que pasen por el proceso de comprobación, que es un elemento imprescindible en el investigador.

Otra cosa. Trataré de explicarla con una metáfora. ¿Han observado ustedes lo que ocurre cuando estamos resolviendo una operación matemática (digamos una raíz cuadrada) y nos interrumpen a mitad del razonamiento?; también ha ocurrido que nos den un número de teléfono que no anotamos, e inmediatamente alguien nos pregunta por algo con números. ¿Sabes en que año se inició la Revolución Francesa? Por lo pronto, perdemos el paso y el recuerdo de la operación matemática. Echamos a perder el tiempo y el camino andado en el razonar matemático. De hecho, nos obligamos a volver a comenzar.

Algo semejante ocurre cuando estamos en el proceso de razonamiento jurídico. Si a mitad de nuestro andar nos interrumpen, el camino andado se entorpece; se nubla el horizonte, se problematiza al máximo. Es tanto como derrapar y salir de la carretera. Para pensar y razonar requerimos concentración y atención sobre nuestro objeto de conocimiento. Atendemos a un procedimiento psíquico. Concentrarnos es no olvidar lo que estamos investigando.

Si solo contemplamos y queremos hablar de lo que percibimos, lo podemos hacer sin que nos perturbe alguien que nos interrumpa. Si, por ejemplo, vemos el agua que cae en las cataratas o el gol que anotó nuestro equipo, y en ese momento alguien nos pregunta alguna otra cosa, podemos responder, pero de inmediato volvemos sobre las cataratas o el gol anotado y podemos continuar describiendo una y otro. Pero si alguien nos interrumpe con algo baladí cuando estamos dentro del complejo proceso de razonamiento jurídico, propio de nuestra investigación, esa interrupción nos hace abortar del camino andado y tenemos que volver a comenzar. Por ello es importante tomar en cuenta cada paso que damos en ese procedimiento psíquico, incluso, anotar lo parcialmente alcanzado.

Pero, además, y a pesar de lo intrincado de la investigación, el investigador debe haber comido, de otra manera no podría pensar en lo que va a escribir, salvo que diga: tengo hambre. Varios elementos externos auxilian, pero no piensan ni sugieren, aunque son tan necesarios como el alimento. El investigador necesita libros, papel, una silla y lugar donde trabajar, pero, sobre todo, el incentivo, que es un alimento espiritual e indispensable. Una universidad es un elemento espiritual de gran importancia y, ¡vamos! un aliciente para pensar de no haber contado con el mismo. Solo el interés personal nos ha mantenido en busca de la respuesta.

Tampoco basta un cuarto aislado para escribir, son necesarios otros elementos. Los departamentos de investigación de muchas universidades cuentan con varios de ellos. La posibilidad de platicar, preguntar y decir lo que vamos a decir, es un auxilio trascendental para cualquier investigación, como también lo es el aliciente que estimule. No siempre los investigadores cuentan con ese aliciente. Su soledad es la que los cubre. Por desgracia, no todas las universidades proporcionan este incentivo.

Son afortunados los que investigan y que por ello se les paga. Hay investigadores que no reciben nada a cambio y si encontramos empresas que publican los resultados de una investigación sin retribuir lo justo al investigador. Las empresas libreras son las que explotan al investigador y escritor y les pagan una miseria.

Hemos tenido varios casos en que un abogado litigante le dice a un investigador: Gracias por su libro, si no hubiera sido por el mismo no hubiera ganado el juicio. Un juicio que le permitió ganar millones y millones. El caso es que ese investigador nada recibe de ese monetario.

VI ] El objeto de investigación

Hay que romper las cadenas que nos atan. Es necesario no cosificar, no hacer como que investigo. Debemos ser libres y ver nuestro objeto de conocimiento con libertad.

Quiero hablar ahora a eso que investigamos. Me refiero al objeto de conocimiento. ¿Qué es lo que investigamos?, ¿dónde está nuestra atención a propósito de una investigación? La respuesta es sencilla, investigamos el derecho, ese es nuestro objeto de conocimiento. Pero la expresión lingüística derecho significa al menos dos cosas: lo que está prescrito y aquello que decimos de lo que está prescrito (doctrina jurídica). Presento un ejemplo: una cosa es lo que está en nuestras leyes, códigos, constituciones y, otra, el discurso de algún doctrinario que habla de esas leyes.

Nuestro objeto de conocimiento no es precisamente lo que alguien dice acerca de lo prescrito, sino lo prescrito. En este sentido, nuestro objeto de conocimiento es aquello que nos dice esto está prohibido, permitido u obligado, esto es, todo aquello que tiene un carácter prescriptivo. Digo lo anterior, porque lo que digamos nosotros, como simples particulares o investigadores no es una prescripción, más bien, podría llegar alcanzar la naturaleza de una doctrina jurídica.

Pues bien, eso que está en un lenguaje prescriptivo es lo que llamamos derecho y ese es nuestro objeto de conocimiento, el objeto de conocimiento en una investigación.

¿Cómo se caracteriza ese objeto de conocimiento?, ¿se define, acaso, en forma ostensible?, ¿lo percibimos por medio de nuestros sentidos? Comienzo por recordarles que el derecho (el objeto de conocimiento) no existe en la naturaleza como un ser sensible, como existe en otras ciencias. Por ejemplo, no existe como la sangre que el hematólogo investiga, la lava que el vulcanólogo investiga, el ventrículo en el corazón que el cardiólogo investiga, el mercurio que el químico investiga, la tierra que el geógrafo investiga, los materiales, los colores que el arquitecto investiga, etc.

El derecho no lo podemos ver, oír, tocar, oler, sentir. Acaso saben ustedes ¿de qué color es la litispendencia, la cosa juzgada, una norma, una sociedad anónima, un delito?, ¿acaso el derecho es lo que se siente? Si nuestro objeto de conocimiento no se percibe por medio de los sentidos, entonces ¿qué necesito hacer para conocerlo?, ¿cuáles son las propiedades del derecho (de algo que no se ve, toca, huele)?, ¿cómo puedo investigar lo que no está en el mundo sensible?

Durante mucho tiempo se nos ha dicho que ese objeto de conocimiento es el que Dios, la naturaleza o la simple razón nos proporcionan. Esto es lo que tratan de hacerme creer que es derecho. Pero el problema, si eso es así, entonces, no gozo de la libertad de la que venía hablando. ¿Cómo puedo constatar que eso que me dicen que es derecho, es realmente derecho? Si no lo puedo constatar o verificar, entonces me tengo que someter a lo que otros digan, lo cual es inaceptable.

¿Qué es entonces el derecho? Adelanto, por lo pronto, que es un constructo, algo creado por los seres humanos. Somos nosotros los que creamos el derecho, llámeseles legisladores, dictadores o reyes. Ese es nuestro objeto de conocimiento.

Ahora, la otra cuestión es ¿dónde queda la investigación jurídica? Nuestra investigación y su resultado no es lo mismo que lo que está prescrito. Este resultado, al que conocemos como jurisprudencia (en su acepción ciencia del derecho) o simplemente doctrina jurídica, corresponde a lo que decimos acerca de nuestro objeto de conocimiento. Esa doctrina o jurisprudencia requiere de un procedimiento para un discurso que hable del lenguaje objeto.

La investigación, por tanto, es un procedimiento que sigue ciertas reglas y que puede llegar a conformar una doctrina, teniendo como objeto de conocimiento al lenguaje o discurso prescriptivo.

En el resultado de nuestra investigación se encuentra lo que decimos acerca del derecho prescrito. Pero aquí hay que tener cuidado, no todo lo que digamos acerca de ese objeto es producto de una investigación. Solemos hablar del derecho desde diferentes perspectivas. Los periodistas hablan con frecuencia del derecho, pero lo que dicen no es resultado de una investigación jurídica. Muchos abogados en los tribunales hablan del derecho, pero eso tampoco deriva de una investigación.

Sobre el derecho podemos decir muchas cosas, pero, sobre todo hay varios niveles de lo que digamos acerca del derecho. Lo anterior depende de la perspectiva desde la cual contemplamos a nuestro objeto de conocimiento.

No me detendré sobre este punto, que está más relacionado con el resultado de la investigación, que con el procedimiento de investigación. Solo recordaré que los niveles que suelen tratarse son los que corresponden a la llamada dogmática, la teoría y la filosofía jurídicas.

VII ] Experiencia o conocimiento previo para comenzar a investigar

Para investigar se requiere la voluntad subordinada en su contenido al objeto de conocimiento, procurando no rebasar nuestras limitaciones y capacidades. Tomen en cuenta que no se puede comenzar a investigar si el tema general que se desea conocer es desconocido. Se requiere partir satisfaciendo algunas condiciones, las cuales se destacarán en los párrafos que siguen.

Deseos, perseverancia en el trabajo y ganas de investigar (no basta solo interesarse por los puntos que la universidad otorga a cambio del pago). Lo que hacen muchos de los investigadores es trabajar para la obtención de puntos, realizando una actividad burocrática que parece investigación, pero que no lo es. Y menciono lo anterior por la experiencia que acumulé en una Comisión de Evaluación en la que laboré hace algunos años, así como por mi actividad de evaluador que he desempeñado en algunos centros de investigación.

Curiosidad, paciencia, saber construir un análisis crítico.

Experiencia mínima, de preferencia en la docencia, pero más importante, en la investigación. Para investigar no basta trabajar cuatro horas al día. En realidad, la investigación nos lleva más de ocho horas al día, otra cosa es disimulo, engaño, artificios para obtener un sueldo, que es injusto (porque no se lo merece).

Debe saber diferenciar lo que es el derecho y lo que es reformular ese derecho. Una cosa es lo que está prescrito y otra lo que va a decir de eso que se llama derecho. Una cosa son las leyes y el lenguaje imperativo y otro, lo va a decir de ese lenguaje: diferenciar lenguaje objeto de metalenguaje. El investigador va a producir metalenguaje o metadiscurso.

Conocer el campo dentro del cual va a investigar (un buen entendimiento) Tener un conocimiento regular del derecho, sin dejar de olvidar la realidad social y los intereses del gobernante.

Conocimiento del tema o material que pretende investigar. Un tema o material no aparece de la noche a la mañana, ni únicamente porque le pidan u ordenen de la dirección de la escuela, el candidato, el gobernador o el presidente, que se investigue sobre este o aquel tema. El investigador debe estar comprometido en el conocimiento de su disciplina. No es posible admitir investigaciones a la medida.

Contar con marcos conceptuales previos. ¿Cuenta con marcos previos acerca del derecho y la disciplina de la que va a hablar e investigar?, ¿sabe qué es interpretar e integrar?, ¿conoce las reglas?, ¿tiene algún conocimiento de lógica y argumentación?, ¿sabe algo de dogmática y de hermenéutica jurídica?, ¿cuenta con las fuentes de información necesarias?

En la evaluación de un trabajo de investigación, según la práctica que he observado, se rechazan aquellas obras que solo se apoyan libros de texto. Entiéndase, estos solo son manuales para el aprendizaje. Estos libros no son aptos como fuentes de investigación. Si los empleamos, nos limitaríamos a repetir. Para aprobar un trabajo de investigación se requiere tomar en cuenta obras de investigación recientes, novedosas, y más o menos aprobadas por una comunidad epistémica reconocida. En esa evaluación se revisan las fuentes de conocimiento: si todo está apoyado únicamente en libros, da para hablar mal de la obra de investigación. Es necesario tomar en cuenta revistas de investigación reconocidas y especializadas. Conocer técnicas de investigación. Contar con un modelo, nuevas características o propiedades que pretenda emplear. Pregúntese: ¿estas notas o características que poseo ahora son de tal magnitud y número que valen como para hacer a un lado los resultados de investigación producidos hasta ahora?, ¿hay alguna investigación que solucione estos problemas que trato de conocer?, ¿los modelos convencionales son los mismos? Recuerden: hay que investigar por necesidad; si lo que se quiere ya está investigado, mejor no trate de investigar. Se estará haciendo tonto y engañando a la institución que lo patrocine. Solo cabe una excepción: que el resultado que pretende es diferente al ya conocido (v.g., conformar un nuevo paradigma, en el sentido kuhniano).

Debe conocer los resultados de las últimas investigaciones producidas sobre el derecho, aun cuando no estén ustedes de acuerdo con ellas. De preferencia, conocimiento de tesis o contenidos informativos diferentes a los del tipo o contenido de la investigación que se propone (v.g., alguna reinterpretación, concepto, realidad diferente a la de su investigación, etc.); acérquense a las investigaciones que otros han hecho, aunque nos parezcan aberrantes, conozca sus premisas y proposiciones.

Procurar tener en claro una perspectiva filosófica, tanto general, sobre la vida social, como particular sobre el concepto del derecho. La cultura sobre la que se asienta un orden jurídico es importantísima. A partir del conocimiento de ésta se construyen los significados y reflexiones.

No tomar en cuenta el tiempo (al menos minimizar esta variable). El investigador dedica la mayor parte de su tiempo en pensar. No está sujeto a un horario, aunque hay quienes se lo exigen. Quien es investigador no se reduce a trabajar ocho horas, ni cuenta con vacaciones. Lleva su libreta y laptop a todo lugar que va, suele soñar con lo que investiga. Una verdadera investigación no necesariamente debe de terminarse en seis meses, como ciertas instituciones de investigación suelen pedir o para obtener mayor número de puntos, que den lugar a un bono monetario en la universidad.

Finalmente (aunque esto no es todo), toda investigación, ya redactada, debe ser accesible en su lectura. ¿Para qué sirve una obra de resultados si no se entiende? Sería tanto como poner a una sinfónica a interpretar una pieza frente a un grupo de sordos. La habilidad o destreza debe estar en saber qué hacer para coordinarse con quien no está físicamente presente, saber decir las cosas para aquellos que no conocen algo de lo que se habla.

VIII ] Conocimiento interdisciplinario

Al lado del conocimiento puramente jurídico hay otro conocimiento que debe cubrir el investigador. El conocimiento de lo que nos rodea también debe ser objeto de comprensión. Todo lo que nos rodea conforma una trama única, vincula todos los aspectos, todos los problemas que nos aquejan. El derecho no es una esfera sola y aislada. El derecho ha sido creado para los seres humanos y es obvio, que debemos saber quiénes son estos seres humanos, qué hacen, cómo viven.

El estudio o investigación de una disciplina nos ha llevado a la especialidad, luego, al paso del tiempo, nos hemos encerrado en esa especialidad. Como si fuese una cápsula, olvidándonos del marco que generó ese conocimiento. De esta forma, al habernos introducido en el conocimiento de un solo apartado del conocimiento nos hemos cerrado las puertas al conocimiento total. Hemos creado una ciencia exclusiva para el derecho, pero nos hemos olvidado de las relaciones que se producen con otros campos del conocimiento, del mundo que nos rodea, así como del ámbito que generó el conocimiento particular.

Mi pensamiento es que, independientemente de que nos echemos un clavado a la piscina y nademos en el agua de ésta, y que solo veamos esa agua, también tenemos que enterarnos de lo que está alrededor de esa piscina, su cielo, la temperatura, el viento, las personas que por ahí caminan y juegan, el lugar de donde proviene el agua. Eso significa conectar el conocimiento del agua (nuestra disciplina) con todo lo que está a su alrededor.

Quiero decir, el jurista no debe desligarse de otras ramas del saber. Al lado de la autonomía de sus disciplinas y del derecho, en nada le perjudica al investigador que saque sus ojos del agua y vea los contornos, pues ahí también hay objeto de conocimiento que se vincula con el nuestro, que interactúa, incluso, que es la razón del derecho mismo. Así, aunque los truenos y lluvia estén fuera del agua, son importantes para quien está nadando.

No aíslen el conocimiento del derecho de los demás saberes. Piensen, por ejemplo, en lo que hacen nuestros políticos, que, a pesar de ignorar el campo de nuestro conocimiento, lo influyen con sus buenas o malas decisiones. Lo que está alrededor no debe de ser ignorado. La racionalidad o irracionalidad ocurrida fuera del área de la piscina puede afectar el agua de la misma. Nuestra mirada no debe ser reduccionista. Al interpretar el derecho se interpreta una parte del mundo, aunque sea una sola porción de éste.

No quieran ver en el derecho como una esfera separada del universo del conocimiento mismo. El constructo que resulta de la investigación ordena un material específico, pero ese material no está precisamente ordenado, y menos aquello para lo que ese orden está construido. La sociedad, en general, es un desorden (como también lo es el discurso prescriptivo). No quieran ver solo orden cuando hay desorden el mundo para el que sirve el derecho. No hacer esto, implicaría perder el contacto con la realidad, ignorando nuestra cultura.

IX ] El plano cultural que rodea la investigación

La cultura jurídica no es posible pensarla en un plano puramente universal. Eso fue un ideal, un sueño de la Ilustración francesa. Se decía que la cultura debía de ser universal (v.g., revolucionarios franceses). Los alemanes criticaron este enfoque. Prefirieron hablar de una cultura más local, más alemana. Por ello, desarrollaron lo que se conoce como el espíritu del pueblo. Savigny fue el más grande exponente de esta tesis.

Un examen de ambas posiciones, la universalista y la localista, nos dice que en ambas hay elementos a rescatar. En el desarrollo del derecho en México hay que atender a lo mexicano, la manera de ser de los mexicanos, a su forma de pensar, sus costumbres. Por aquí podemos comenzar.

A la vez, la cultura jurídica tampoco puede reducirse a una esfera diversa a una muy específica, ni a la general del ser humano y la sociedad y de todos los diversos tipos de cultura. No se reduzcan a un específico tipo de cultura intelectual.

X ] Conocimiento de marcos teóricos e instrumentos para comenzar

Paralelo al tema del que vengo hablando, quiero recordar una expresión de Leonardo Da Vinci que nos ilustra del porqué es necesario que el jurista que crea dogmática, conozca también la teoría. Estoy pensando en una investigación de dogmática, que es el nivel más bajo.

Da Vinci decía: aquél que le gusta la práctica sin la teoría, es como el marino que navega barcos sin timón ni brújula y nunca sabe dónde anclar. Entiéndanme lo que quiero expresar, no es posible una investigación de dogmática cuando se ignoran las aportaciones de la dogmática misma, ni de la teoría y de la filosofía.

Además de conocer los marcos teóricos conformados hasta ahora, es necesario contar con otras herramientas intelectuales para comenzar a trabajar. Todo investigador requiere de herramientas, por ejemplo, el ingeniero requiere de un teodolito, el médico de un estetoscopio, el químico de matraces, todos, de laboratorios. Pero, preguntémonos, ¿qué requiere el jurista?

No basta haber egresado de una escuela de derecho o facultad y haber cursado las materias exigidas. Ponerse a escribir, leer una ley, no es investigar, entonces, ¿cuál es la herramienta del investigador? Menciono enseguida algunas de las disciplinas necesarias empleadas como herramienta y que deben ser dominadas por el investigador. Es necesario conocer entre otras disciplinas:

Epistemología jurídica, filosofía de las ciencias.

Teoría jurídica contemporánea.

Métodos de análisis conceptual.

Lógica jurídica.

Teoría de la argumentación.

Metodología de la investigación en ciencias sociales, en general.

Métodos de investigación (cuantitativos).

Métodos de investigación (cualitativos).

Metodología historiográfica.

Sociología jurídica.

Antropología jurídica.

Seminario o talleres de investigación (práctica).

Derecho comparado.

Hermenéutica jurídica.

Analítica.

Lingüística (¿cuáles son los usos lingüísticos?).

Historia, ética, redacción, entre muchas otras cosas.

XI ] Herramientas locales o extranjeras

Si nuestro objeto de conocimiento es mexicano, aspirando a un nivel de dogmático, las herramientas deben estar relacionados con ese nivel: deben de ser propias y adecuadas para ese objeto.

Por ejemplo, si deseo conocer las medidas de un predio sito en México, debo emplear una cinta métrica, no recurrir a pies y yardas. Para ver la letra pequeña de un libro debo emplear una lupa, no un microscopio.

Las teorías empleadas deben ser adecuadas para un objeto de conocimiento mexicano. No cualquier teoría extranjera, es adecuada. El hecho es que, por desgracia, no siempre contamos con herramientas mexicanas para introducirnos en el conocimiento del derecho mexicano.

Para investigar algún tema, propio del derecho civil mexicano, no necesariamente será adecuado emplear las teorías provenientes del extranjero (v.g., las de Portalis, Demolombe, Pothier, Planiol, Geny, Ripert, Carnelutti, Calamandrei). No quiero decir que las extranjeras o las de otros tiempos estén prohibidas en su investigación.

XII ] Título para ser investigador

Por último, ¿qué título se necesita para realizar una investigación jurídica?, sobre todo, que sea reconocida. Les proporciono algunas de las notas necesarias y deseables que he tomado de la Comisión Europea que ha estudiado el tema.

Se requiere que quien desee investigar comience con título de doctor en derecho, que se acerca a las áreas o campos de la investigación, es decir que su área esté en la investigación, no que se asome únicamente a alguna materia de conocimiento, por ejemplo, en los llamados doctorados de derecho civil, penal laboral, derechos humanos, etc. En EUA ser investigador es lo que se necesita para poder ingresar a un departamento de investigación. Igualmente, en Europa, según la publicación de la Comisión Europea a que aludí11, pero, además, es necesario un nivel de experiencia y competencia.

En su preparación el investigador puede ir por pasos: desde simple candidato a doctor, hasta investigador y líder reconocido en la investigación, pasando por investigador asociado, reconocido y publicando sus resultados.12

En México aún no llegamos a esos niveles. Se aceptan a quienes cuentan con una maestría e, incluso, se hacen excepciones. Espero que en el futuro el nivel de exigencia se extienda a un poco más. Como cosa extraordinaria, déjenme decirles que conozco juristas con simple título de licenciatura y elaboran trabajos de investigación formidables, y doctores en derecho que no tienen la menor idea de lo que es investigar. Así pasa, mientras sigamos autorizando las llamadas escuelas patito.

Si de doctorado se trata, yo preferiría que ese investigador cuente con un doctorado en investigación, no un doctorado tradicional carente de preparación para la investigación. Las especialidades convertidas en doctorados no son aptas para preparar investigadores. Son diplomados grandotes (decía Wilfrido Campbell) en derecho civil, penal, laboral, internacional, entre otros.





Bibliografía

BUNGE, Mario, La ciencia, su método y su filosofía, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1985

HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, traducción, prólogo y notas de Jorge Eduardo Rivera, Edición electrónica consultada en www.philosophia.cl/, Escuela de Filosofía de la Universidad de Arcis.

MENDOZA, Plinio Apuleyo, El olor de la guayaba, conversaciones con Gabriel García Márquez, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2005

ROBLES MORCHÓN, Gregorio, Epistemología y derecho, Madrid, Pirámide, 1982

SILVA, Jorge Alberto, El fantasma de la metafísica en la reformulación, en Metafísica jurídica, ¿Es eficaz en el conocimiento jurídico?, Juárez, UACJ, 2016.

Towards a European framework for research careers, Consultado en http://ec.europa.eu/euraxess/pdf/research_policies/Towards_a_European_Framework_for_Research_Careers_final.pdf

1 Profesor investigador, miembro del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACyT (nivel III). El presente documento corresponde a la transcripción de una plática expuesta en el año 2015 frente a algunos estudiantes interesados en la investigación jurídica. Fue grabada por uno de ellos y su autor ha asentado las notas al pie de página, dejando la exposición con el sabor a una conversación o coloquio. La transcripción ha sido adaptada para cumplir con los requisitos de formato de la revista Perspectiva Jurídica.

2 Bunge expresa que los procedimientos de la investigación se dominan investigando, y los meta-científicos debieran por ello practicarlos antes que emprender su análisis. BUNGE, Mario, La ciencia, su método y su filosofía, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1985, p. 62.

3 Como lo explica Gregorio Robles: Es famosa la afirmación de Kant según la cual el mundo es un caos fenoménico solo cognoscible gracias a nuestros esquemas de pensamiento. La potente mente humana organiza el caos exterior, y lo organiza aplicando a éste las categorías que solo la razón produce. La interioridad se impone sobre la exterioridad, la conciencia sobre la materia, el hombre sobre el mundo. Y de esta aplicación surge el sistema o los sistemas de conocimiento que hacen posible la descripción y explicación del mundo natural. ROBLES MORCHÓN, Gregorio, Epistemología y derecho, Madrid, Pirámide, 1982, p. 147.

4 Towards a European framework for research careers, Consultado en http://ec.europa.eu/euraxess/pdf/research_policies/Towards_a_European_Framework_for_Research_Careers_final.pdf.

5 SILVA, Jorge Alberto, El fantasma de la metafísica en la reformulación, en Metafísica jurídica, ¿Es eficaz en el conocimiento jurídico?, Juárez, UACJ, 2016, pp. 133 y ss.

6 HEIDEGGER, Martin, Ser y tiempo, traducción, prólogo y notas de Jorge Eduardo Rivera. Edición electrónica consultada en www.philosophia.cl/ Escuela de Filosofía de la Universidad de Arcis, p. 55.

7 Ibidem, p. 17.

8 Ibidem, p. 236.

9 Ibidem, p. 130.

10 MENDOZA, Plinio Apuleyo, El olor de la guayaba, conversaciones con Gabriel García Márquez, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2005, p. 49.

11 Towards a European framework for research careers, Consultado en http://ec.europa.eu/euraxess/pdf/research_policies/Towards_a_European_Framework_for_Research_Careers_final.pdf el 16 de octubre de 2020.

12 Para la Comisión Europea citada se requiere: investigación de alta calidad, como criterio primordial. El candidato a investigador lo menos que puede poseer es ser candidato a doctor (el nivel más bajo). Los descriptores se centran en las características básicas vinculadas a la investigación y no en otras competencias que pueden ser relevantes para una determinada profesión, por ejemplo, la enseñanza en la academia. No necesariamente tiene que ser profesor. Los perfiles no necesariamente se relacionan con la antigüedad. Los descriptores no coincidirán necesariamente uno-a-uno con cada profesional individual. Los descriptores pretenden demostrar la transferibilidad de las competencias y habilidades a otros ambientes y campos de investigación en el que puedan ser aplicadas y utilizadas (para todo campo del conocimiento, no solo para el derecho). Los descriptores de las características relacionados con las competencias se disocian de cualquier puesto de trabajo en particular o la pista de carrera. Losdescriptores no pretenden ser una lista de casillas de verificación. Los investigadores en lo particular pueden ir mucho más allá de estos descriptores.